En 1982 se inicia para Basquiat un verdadero camino hacia el éxito:
se multiplican sus exposiciones individuales y colectivas. En 1982 es
incluido en la exposición Transvanguardia: Italia/América con artistas neoexpresionistas de la talla de S. Chia, F. Clemente, E. Cucchi, D. Deutsch, D. Salle y Julian Schnabel. Ese mismo año participa en la exposición organizada por Diego Cortez, presentada en la Galería Marlborough de Nueva York, titulada The Pressure to Paint, junto con otros artistas como G. Baselitz, S. Chia, F. Clemente, E. Cucchi, M. Disler, R. Fetting, K. Haring, y J. Schnabel, entre otros. Al año siguiente (1983) participa en la Bienal del Museo Whitney de Nueva York junto a los emergentes representantes del arte apropiacionista, los nuevos expresionistas, y otros graffitistas como K. Haring.
Ese mismo año (1983) la exposición Post-Graffiti, preparada por el prestigioso galerista Sidney Janis y presentada en la galería que lleva su nombre -la Galería Sidney Janis-
confrontó el trabajo de aquellos artistas que ya se habían integrado
plenamente en el sistema con el de los “artistas de gueto”. Por
supuesto, Jean-Michel Basquiat apareció junto a los primeros como
principal destacado entre otros como Haring o Scharf. En 1983, participó
en exposiciones individuales en galerías de prestigio de Nueva York
como Gagosian y Annina Nosei.
En 1984, el Museo de Arte Moderno de la misma ciudad (Nueva York), que en principio se había mostrado reacio al neoexpresionismo, presentó la importante exposición An International Survey of Recent Painting and Sculpture, dónde, junto a una selección de ciento setenta artistas, Basquiat también participó.
En 1984 Warhol le presentó al galerista suizo Bruno Bischofberger,
quien dio a conocer su obra en Europa y con quien colaboró
estrechamente hasta su muerte. Desde este año, los amigos de Basquiat
empiezan a preocuparse por sus adicciones. A menudo lo encontraban casi
en coma y muy paranoico con ideas de persecución. La paranoia de
Basquiat, con todo, tenía motivos por las amenazas muy reales de gente
que le robaba cuadros de su estudio o de galeristas que se llevaban
obras sin terminar para exhibirlas o venderlas.
En esta época Basquiat, entre otros pocos, llegó a utilizar las
páginas de papel couché de las revistas de información general y de
moda, como Time, Newsweek, Vanity Fair y Vogue no por su pintura, sino por su vida de “alta sociedad” y por su presencia en fiestas y en clubes de moda, como el neoyorquino Palladium. Frecuenta por entonces a Madonna y a otras estrellas del espectáculo y la música. El 10 de febrero de 1985 Basquiat aparece en la portada de la revista dominical The New York Times, convirtiéndose en el primer artista plástico negro que aparece en la primera plana.
Cosa curiosa, pues en esa época el estereotipo racista blanco
consideraba a los negros buenos deportistas, buenos bailarines o buenos
músicos, pero no en campos como las artes plásticas. El artículo que acompaña la foto, redactado por Cathleen McGuigan,
se intitula “New art, new money: The marketing of American artist”
("Nuevo arte, nuevo dinero: El marketing de un artista norteamericano").
En marzo de ese año, 1984, una nueva exposición individual en la galería Mary Boone, otra de las más importantes del momento. Robert Farris Thomson,
en el catálogo de esa exposición, define el arte de Basquiat como parte
de una “tradición afroatlántica” y en ese contexto queda catalogada. En
1985 Basquiat colabora con Francesco Clemente y Andy Warhol,
aunque las obras producidas no despiertan una respuesta positiva en la
crítica. De esta colaboración el resultado son varios lienzos de gran
tamaño con sugerentes combinaciones de color, collages que aúnan pintura, serigrafía,
el graffiti y el lenguaje publicitario. Entre 1984 y 1985 los lienzos
viajaron de un estudio a otro; normalmente los empezaba Warhol, Clemente
los perfeccionaba y Basquiat los remataba. Sin embargo, Warhol y
Basquiat se entendieron particularmente bien. Warhol dejó escrito en su
diario: “Jean-Michel Basquiat ha conseguido que pinte de una forma muy
diferente, y eso está muy bien”. La idea de pintar juntos fue
considerada enriquecedora para ambos porque Warhol, que en aquel momento
sólo empleaba técnicas como la serigrafía, volvió a coger el pincel, y
Basquiat comenzó a conocer las técnicas mecánicas aplicadas a la
pintura. El establishment cultural negro criticaría el patronazgo de Warhol a un artista negro.
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